Normalmente es difícil ajustar la producción de serotonina después de un festival de finde entero… Se produce esta sustancia a raudales y luego claro, el lunes (o sobre todo el martes) notas como la máquina que se encarga de ello está agotada. Después del Forte ese desajuste no acaba de notarse como en otros eventos. Y es que por lo que sea ese sitio, con esa gente, y con esa música te dota de una vitalidad interna que se pasa por el forro lo estrictamente bioquímico. Es prácticamente imposible narrar en negro sobre blanco lo vivido y escuchado, tanto por ser etéreo en lo primero y por abrumador en lo segundo. No obstante lo voy a intentar, y va a ser un placer hacerlo.

Lo primero que cabe destacar con la lupa del mapa de más a menos es la ubicación. Portugal es (al menos para mi) un paraíso a descubrir más allá de los destinos más obvios (Algarve-Lisboa-Oporto), y es que me he pasado los últimos 20 años recorriendo parte del mundo sin mirar a los vecinos y vaya, craso error. Portugal es un país amable, precioso, barato, cercano y permisivo. El sitio perfecto para organizar saraos de este nivel, de hecho de un lustro a esta parte han aflorado festivales de nuestro palo musical a lo largo y ancho del país como Waking life, Lisboa electrónica o el propio Forte entre otros; gracias, vecinos. La zona costera donde se desarrolla es preciosa, cada pueblo que visité tiene un algo visual que te anima sacar a pasear la cámara de instagram en muchas de sus esquinas. Ya si hablamos de Montemor-o-Velho, el pueblo propiamente dicho, que decir, ese castillo (o ese fuerte) en lo alto del pueblo, bff, en fin, si, hablemos del castillo…

Ejecuto un punto y aparte para seguir hablando de lo mismo, de la ubicación, pero es que me parece la perfecta metáfora con respecto a lo que pasaba cuando atravesabas esas murallas y te “montabas” encima de ese sendero que te empujaba vía tus pies cada vez más cerca de la música y por supuesto de toda esa gente que la bailaba. Y es que la gente que llenó el Forte se merece ser la protagonista de esta crónica, o al menos su hilo conductor. Siempre digo que no hay mejor sesgo que la música, o sea, que si quieres ir a tiro hecho y acertar con la compañía sal corriendo a algún sitio donde los melómanos estén. Importante: melómanos del mismo rincón musical que el tuyo, como era el caso. Cuando llegues, ahí estarán los de tu calaña, no falla. Allí no solo se estaba ubicado en un país, o en una región de este, ni siquiera en la esquina de un pueblo; se estaba ubicado donde tu auténtica etnia se reúne: alrededor del musicón.

Entramos el jueves con la premisa de no perdernos ni un segundo del directo de PutoAmoHenke a.k.a Monolake. En los corrillos de las cañas prepartyanas se decía que era el primer Must del festival. Yo les corregía to listillo… Uno que ya ha bailado varias veces a la que es su pareja en la vida real, Electric Indigo, sabe que esa señora no tiene nada que envidiar a ningún dj del estilo sin nombre definido (propongo, TELEAC marcándome un Reinolds) y que viaja entre el techno, el electro y el ácid house, y que tuvo durante todo el festival un protagonismo por extensión y éxito. No quiero decir que solo sonaron esos palos, pero si que fueron los dominantes. La combinación de estos estilos gusta y no me extraña, es galopante y dura por momentos, pausada y melódica por la caja del robot en otros, y con ese ácido tan presente como el oxígeno en cada tracklist y que es un valor seguro del levantamiento de brazos coordinado con el cerramiento de ojos. Lo que te queda es una receta musical que es la ubicación a la que hacíamos referencia arriba, melómanos de eso… Nos vamos del tema, estábamos hablando de Indigo, una jefaza que repartió estopa demasiado pronto, sobre todo teniendo por delante el directo de su amante el cual se presumía más mental. Así fue, pero a casi nadie importó. Henke es desarrollador de Ableton (por si algunx despistadx no lo sabía), y eso se nota, porque su mente no es la de cualquiera, no hablo de su talento si no de la profundidad que tiene este tío para llegar un punto más lejos que el resto si hablamos de los tejidos sonoros. Sin ser la mejor actuación que le he visto fue apabullante, no decepcionó, en la línea de su primer Lumiere, un tanto más techno, pero no por ello menos pensativo y profundo. Instaló unos altavoces en la parte trasera del vaso de baile con la intención de que te llegara el sonido también por detrás de la orejas y que ello te retorciera del todo, no obstante no acabé de sentir ese sonido como esperaba atendiendo a la descripción, de hecho, y aquí viene la primera crítica, el sonido sobre todo este primer día no acabó de ser bueno. Me explico, sonaba bien en algunas actuaciones y en otras no. Daba la impresión como que no tenían a ningún técnico dándose vueltas por la pista y que no acababan de saber como sonaba abajo. Los otros dos días esto pasó pero con menos frecuencia afortunadamente, así que bueno de pasar que pase el jueves, ya que aún andaba en ese momento saludando a media pista, casi literal. Una pasada la de gente conocida por allí, y los que no lo eran estaban por serlo. El primer damnificado por lo que decíamos del sonido fue Tolkachev. A partir de media pista no sonaba con presión e incluso ya delante le faltaba músculo con respecto a otras actuaciones. Eso me desconectó un poco por lo que no le voy a juzgar (entre tu y yo, no me gustó). No obstante me voy a fiar de personas a las que adoro su criterio y que si lo siguieron, y diré que gustó, si.

Re-conecté con la música gracias a Umwelt, para mi, el mejor de la noche. Baile, baile y más baile apoyándose para ello en multitud de dibujos de batería distintos, que hacían que de un trackazo a otro los allí congregados cambiaran su paso de baile, se giraran y vieran a ese colega que hacía un año no veían, y se miraban, y se las gozaban. La pista estaba a esas horas como te puedes imaginar, exultante. Era el primer día pero ya se sabía que aquello iba a funcionar, otra vez más la combinación BuenaMúsica-BuenaGente iba a hacer de las suyas. Para el que no fue y se esté imaginando a la gente a la que tanto nombro este sería su retrato robot: el 60-70% eramos españoles, no había más portugueses que de fuera de la península, curioso esto, con un rango de edad de de los 18 a los 50 y muchos y con una media de unos 30-35. La gente más bien guapa (sobre todo ellas) pero no guapxs en plan vogue, si no en plan personajes de comic +18, con unas pintas algunxs del flipar, bien graciosxs. Lo que más les acercaba entre ellxs es que eran más majxs que la hostia.

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